En el primer caso, las protagonistas son mujeres que se ven envueltas en situaciones de violencia, ya sea porque ellas son parte del grupo que la genera o porque son las víctimas. En apariencia son las dos caras de una misma moneda, sin embargo, en la práctica, pareciera que son iguales, pues solamente forman parte de un sistema que las ha llevado a esas situaciones.
En el segundo caso, las protagonistas también son mujeres pero ahora lo que las une es la necesidad de acabar con un embarazo y Medea es quien las acompaña en esa experiencia. Además, se cuenta la historia del compañero de una de las protagonistas, para completar el tema de las personas que son reclutadas por el crimen organizado.
A primera vista son muy diferentes los dos libros pero al leerlos no es así: se repiten patrones en ambos, el tipo de lenguaje que quiere diferenciar a los personajes solamente es intercambiable, las situaciones tienen un planteamiento similar.
Es evidente que se buscó causar polémica no solamente por el tipo de narraciones o el lenguaje que se utiliza sino por las combinaciones, por la manera de representar diferentes sectores de la sociedad que acaban teniendo un mismo desenlace.
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