jueves, 28 de febrero de 2019

Una educación

Había visto muchos y muy buenos comentarios sobre este libro de no ficción: una autobiografía sobre crecer en una familia de mormones.

Confieso que de esa religión sé casi nada: recuerdo que vi algunos capítulos de Big love pero no pude seguir viéndola porque me parecía demasiado fuerte el hecho de que el sujeto tuviera tres esposas y tratara de ocultarlo en la comunidad donde vivía.

Empecé a leer y me fui sumergiendo en la historia: conocemos a Tara cuando es niña y vive en la montañas con su familia. Su padre es un mormón radical: no manda a los hijos a la escuela, no van al médico cuando se enferman y, como está seguro de que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina, guarda provisiones para cuando eso suceda. Su madre primero solamente se dedica al cuidado de los hijos y a preparar remedios de herbolaria y homeopatía, luego se va transformando: se vuelve aprendiz de comadrona y con el paso del tiempo su negocio crece. Tiene varios hermanos: Tony, Shawn, Luke, Tyler, Richard, Audrey;

Cuando es niña las cosas en su casa aparentemente son sencillas: su papá y sus hermanos mayores trabajan en el desguace: desarmando carros para identificar metales que se pueden vender; su mamá hace sus remedios y atiende partos. Sin embargo en cada invierno su padre se va apagando pues el clima no lo favorece, viajan a Arizona para cambiar de aires y, cuando ya está mejor, empieza a pelearse con los abuelos. Deciden regresar y en mitad de la noche tienen un accidente del cual la más afectada es la mamá. Unos cuantos años después vuelven a tener un accidente y van a parar ahora sí al hospital.

Con cada uno de sus hermanos la relación es difícil pero el que se lleva las palmas es Shawn: violento, machista e inseguro, se dedica a hacerle la vida pesada y ya en su vida adulta es quien obligará a la familia a tomar partido. Tyler es el primero de sus hermanos que va a la universidad y es quien la apoyará para que ella haga lo mismo: pero primero debe vencer todas sus inseguridades. Audrey, al ser la única hermana, compartió muchas de sus experiencias.

Cuando sale de su casa rumbo a la universidad, me desesperaba sobre todo que cada verano y cada temporada de vacaciones, volvía a su casa, incluso cuando su vida peligraba. Cuando por fin toma la decisión de no regresar, pude respirar tranquila.

Su historia en la educación formal en la universidad me parece como un cuento de hadas: me hubiera gustado que así como relató la manera en la que le costaba mucho al inicio, que explicara cómo fue mejorando y pasando de cero a notable en sus calificaciones.

Me parece una lectura necesaria para conocer más allá de nuestro entorno, para saber qué puede suceder cuando se llevan las creencias al extremo.




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