viernes, 9 de noviembre de 2018

Contra la lectura

Recuerdo que cuando llegué al semestre en la preparatoria donde tomaría la clase de Literatura estaba muy emocionada. Por fin iba a poder lucirme en una clase, traer todos mis conocimientos literarios y disfrutar de discusiones dirigidas por un experto. Ajá. Poco me duró la ilusión. Primero, el docente a cargo de la asignatura era nada más y nada menos un dentista. No tengo nada en contra de tal profesión (miedo, quizá) pero si existen los profesionales de la materia, ¿por qué no elegir a uno de ellos para impartir la clase? Misterios de la universidad. Luego en una de las primeras clases osó decir que uno de los objetivos principales de la literatura era la evasión. Mi mejor amiga de aquella época y yo nos horrorizamos y lo maldijimos en voz baja. ¿Cómo se atrevía a decir que se leía para evadirse de la realidad? Pues sí, casi veinte años después vengo a confirmar que sí es uno de los objetivos de la literatura. Y ahora me doy cuenta de que no tiene nada de "malo" leer para evadirse, que de hecho muchas de las lecturas que he venido haciendo han cumplido exactamente con esa función.

Ahora bien, ¿por qué me horroricé tanto con estas palabras? Porque yo tenía a la lectura y a los lectores, pero sobre todo a los libros y a los autores, en un pedestal: en casa de mi mamá eran un tema cotidiano, valorado y vivido. Nunca se me ocurrió pensar que la evasión no tenía nada de malo. Nada.

Y precisamente de eso se trata este libro: de argumentos que se dan acerca de las bondades, las ventajas y los beneficios que otorga leer y las falacias que puede haber en ellos. Obviamente también habla de las verdaderas bondades, ventajas y beneficios de la lectura, pero desde una postura crítica, no desde la postura de reverencia en la cual se ubicaba mi yo de 16 años.

Algunas citas que me encantaron:

Una vez que asignamos un valor intelectual al acto en sí (de la lectura) no solo pasamos por alto la naturaleza del propio texto, sino que convertimos en universal y unidimensional algo que en esencia es un proceso de participación privado.

Es sobre todo leyendo ficción como adquirimos una facilidad con el lenguaje que puede estar totalmente en conflicto con la manera en que se expresa la gente que nos rodea.

Leer literatura es un modo de enfrentarse (aunque no necesariamente superar) esta angustia existencial.

Muy recomendable para quienes amamos la lectura, para desmitificarla y para disfrutarla (si es posible) todavía más.

Elegí este libro como parte de mi lista tentativa de lecturas para la iniciativa NonFiction November, para la consigna Self/Shelf: un libro sobre la lectura.



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